Le falta madurez a la República Dominicana
El senador por la provincia Peravia, Wilton Guerrero, respondió el pasado martes a las declaraciones hechas días anteriores por el capellán de la Policía Nacional, Alejandro Cabrera. Guerrero dijo que no tiene que guardar silencio y que está en su derecho disentir públicamente, luego de que el capellán Cabrera mandó a callar al senador, por haber calificado de “una burla” los cambios en la institución, a raíz del asesinato del coronel Daniel Ramos Álvarez en un punto de venta de drogas en el municipio de Baní.
Como Estado Democrático, nuestra
Constitución Dominicana en su artículo 49
establece que: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus
pensamientos, ideas y opiniones por cualquier medio, sin que pueda establecerse
censura previa”.
En base a este artículo, ciertamente, el legislador
en cuestión tiene todo derecho a dar su opinión públicamente, no obstante, el
debate entre Guerrero y Cabrera se vió como un “tú me tiras, yo te tiro”, cual
chisme de barrio caliente de la capital fuera. Aún teniendo Guerrero toda
facultad para exponer su punto de vista respecto a la institución principal del
orden público, entiendo que no fueron las mejores expresiones, y menos las del
cura al mandar a “callar”, textualmente, al legislador.
La República Dominicana cada día, de comedia barata
va tomando aspectos de circo. Donde la mayoría de las autoridades públicas no
saben expresarse, y en vez de aunar esfuerzos para mejorar nuestra situación
social, política y económica, se destruyen los unos a los otros.
Al igual que el presidente Medina pidió
recientemente que lo dejaran hacer su trabajo, así mismo solicitó el sacerdote
Cabrera que dejaran a la policía trabajar. Sin embargo, el pueblo no ha
interferido en ningún momento en el ejercicio diario de sus labores, lo que el
pueblo quiere es respuestas, soluciones, la República Dominicana pide a gritos
seguridad.
A pesar de que las cifras muestran avances
disfrazados de progreso, los hechos no las afirman. Queremos andar tranquilos
por las calles, saber que existe una justicia ciega en la que confiar y
administradores imparciales de la misma, que todos poseamos fuentes dignas e
íntegras de ingreso, que la equidad sea un derecho y que no exista la gran
brecha de desigualdad que separa a nuestra nación, que todos tengan acceso a
educación de calidad, entre muchas cosas más, pero estas peticiones son los
planos necesarios para crear una utopía que nuestro país nunca alcanzará, si
seguimos por donde vamos.
Leí por ahí que “madurar es cuidar lo que dices,
respetar lo que escuchas y meditar lo que callas”, en vista de estas acciones,
le falta mucho por crecer a la República Dominicana.
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