NO A LA VIOLENCIA
Este es el pedido de
una persona normal y corriente cuya máxima aspiración en la vida en ser feliz y
vivir en paz, en un mundo donde la violencia no sea nuestro pan de cada día. No
pretendo conquistar nada de nada. Me gustaría ayudar, en lo posible, a
Ecuatorianos, Colombianos, Etíopes, cristianos, judíos, negros y blancos.
Todos tenemos el
deseo de ayudarnos mutuamente. La gente civilizada es así. Queremos vivir de
nuestra dicha mutua… no de nuestra mutua desdicha. No queremos despreciarnos y
odiarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es
rica y puede garantizar la subsistencia de todos. El camino de la vida puede
ser libre y extraordinario, pero hemos perdido ese camino.
La voracidad ha
envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo con un círculo de odio.
Hemos mejorado la velocidad, pero somos esclavos de ella. La mecanización que
trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo. Nuestra ciencia nos ha
vuelto cínicos. Nuestra inteligencia, duros y brutales. Pensamos en exceso.
Hablamos en exceso. Y no sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu
humanitario que de mecanización. Necesitamos más la amabilidad y la cortesía
que la inteligencia. Sin estas cualidades la vida sólo puede ser violenta y
todo está perdido.
A aquellos que puedan
comprenderme les digo: No desesperen, la desgracia que ha caído sobre nosotros
no es más que el resultado de un apetito feroz de la amargura de unos hombres
que temen el camino del progreso humano.
Amigos, amigas, no se
entreguen a sentimientos destructivos, inhumanos, sentimientos que desprecian y
que tratan mal a otros aunque te hayan lastimado. Lo cortés no quita lo
valiente. ¡Ustedes llevan el amor de la humanidad en sus corazones! No odien.
Sólo los que no son amados odian. Los que no son amados y los anormales…
Amigos, ¡no combatan por la arrogancia!
Combatan por la paz, por la no violencia..
Si seguimos imitando
modelos sin nobleza, seguiremos teniendo hijos sin identidad.
POR: LISBETH CALDERÓN
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