¿Y SI NOS QUEJAMOS MENOS?

Las quejas se ha convertido en nuestros acompañantes diarios. Es verdad que existen diferentes “niveles de queja” y que algunas pueden ser entendibles y hasta justificables, pero hay otras que solamente demuestran una actitud pesimista y victimista ante la vida. Parece que nada puede alegrar a esta persona, no importa lo que ocurra. No existen los grises, todo es blanco o negro en su vida. Encontramos motivos tan raros y llamativos para quejarse.

Nadie está exento de los problemas y eso  lo sabemos de sobra. Sin embargo, podemos tomar cierta actitud en la vida y ser agradecidos con lo que tenemos y hasta con lo que no. Un proverbio hindú dice: “Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta”. Entonces, si nos quejamos porque hace frío y también cuando hace calor, ¿qué es lo que queremos?
Quizás, para empezar a no quejarnos tanto deberíamos plantearnos buscar lo positivo de cada situación. Porque todo lo que nos ocurre tiene “un medio vaso lleno y un medio vaso vacío”. Aún en lo más doloroso y horrible de nuestras vidas podemos divisar el arco iris tras la tormenta.
Así que por qué no nos proponemos quejarnos menos y agradecer más. El poder del agradecimiento es capaz de transformar en algo maravilloso lo que alguna vez fue dolor.
¿Sabías además que la queja no conduce a nada? Es decir, no por quejarte van a bajar el precio de las frutas, ni tu jefe será el más bueno del mundo, tampoco mágicamente la carretera estará sola para ti, ni el clima será perfecto los 365 días del año.

Según una teoría, las personas que se quejan no lo hacen por el asunto en particular, sino que esa es su manera de demostrar lo insatisfechas que están, lo vacías que se sienten o la soledad que experimentan. Esto es porque aún no han podido hallar “la sal de la vida” ni ser felices con los pequeños detalles cotidianos.
Cada vez que quieras quejarte piensa en esto: “Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas?. Si no lo tiene ¿por qué te quejas?”. Además, existen mil motivos para quejarse de algo, pero mil y una razones para no hacerlo. Hay un millón de motivos para agradecer.
Cuando estás agradecido no hay lugar para la queja.  En un encuentro, una vez, alguien me preguntó si yo agradecía las cosas que daba por sentado, como ver, caminar, estar sano, estar vivo. Y me preguntó si yo tomaba conciencia de que esto era un regalo, y que podía dejar de tenerlo en un segundo.  Así que lo quiero expresar es que debemos ser agradecidos y las cosas buenas vendrán. Cuando empecemos a valorar lo que tenemos, cuando veamos primero lo bueno en la gente, cuando pensemos diferente y positivo, nada podrá parecer tan malo.

Nos quejamos porque no sabemos ser agradecidos. Puede que hoy te quejes por el precio de la carne, pero ponte a pensar por un instante, ¿cuántas personas no pueden acceder a un alimento en el mundo? Te quejas por tu trabajo, ¿sabes la cantidad de desempleados que hay en nuestro planeta?
Y así podríamos seguir enumerando cosas por las cuales deberías decir “Gracias” al levantarte y al acostarte. Quejarte no te llevará a nada, porque el simple hecho de cargar contra el destino, Dios o el Sistema Solar no va a mejorar la situación.
Si algo no te agrada, trata de cambiarlo, pero no te quejes. Sal de tu “zona de confort” y comienza a tomar acción por aquello que deseas que sea diferente.
¡Sé el cambio que quieres ver en el mundo!

Por: Yasmel Corporán 

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