Cuando la evidencia no se hunde.

Por: Yadimir Crespo

Inspirado en Un Mensaje a la Conciencia en la voz del hermano Pablo, correspondiente al día 22 de marzo, 2019.

Dos individuos iban con dirección desconocida por el mar Adriático en una lancha de matrícula yugoslava. El reflector de un bote patrullero italiano apuntó al barco, y sus tripulantes decidieron hundirlo. Llevaban dos toneladas de hachís, en setenta y nueve bolsas plásticas. Los dos hombres hundieron la embarcación y se lanzaron al mar, con la esperanza de que la acción borrara toda evidencia. Sin embargo, para su sorpresa, todas las bolsas flotaron. La lancha patrullera los rescató del mar junto a cada una de las bolsas. Finalmente, fueron condenados por contrabando de drogas.

“Es algo terrible cuando se comete un delito pensando que pueden borrarse todas las pruebas, y éstas aparecen al poco tiempo brillando como luceros”. Luego de la anécdota, así inicia la reflexión que el hermano Pablo dirijió hacia aquellos hombres infieles, sin embargo, yo decido llevar esta introducción por otro camino.

¿Recuerdan la historia de la mujer de nacionalidad dominicana que asesinó en España al hijo de su pareja? O ¿Recuerdan el tan sonado y atroz caso de Emely Peguero? Ambos crímenes tienen algo en común, fueron realizados bajo la cínica e ignorante idea de que no serían descubiertos. Sus autores, descaradamente se mostraron inocentes, aturdidos y desorientados, incluso con caras dolidas, aunando esfuerzos para buscar a quien solo ellos sabían hallar. Ante la sociedad que fue su audiencia, como si de un teatro se tratara, hicieron su mejor actuación cuando con lágrimas de tiburón lloraban la desaparición de estos indefensos seres. Sin embargo, al igual que los paquetes de marihuana en la historia inicial, así mismo salieron a la luz los restos de sus fechorías.

El hermano Pablo continuó su reflexión sobre los desleales esposos, pero sus palabras siguen quedando totalmente acorde con mi percepción. “Un antiguo proverbio español dice: «El diablo hace las ollas, pero no las tapas.» Tarde o temprano, el delito se descubre; la falta se evidencia; el pecado se delata solo. Y entonces vienen la confusión, la vergüenza, el hundimiento del prestigio, la ruina de la felicidad”, dijo el fenecido pastor.

Yo concluyo con una frase que leí por ahí: “La mentira y el engaño tienen fecha de vencimiento, y al final todo se descubre”.

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